jueves, 5 de agosto de 2010

LA NARANJA MECANICA

Todos somos conscientes que los medios de comunicación son el cuarto poder en el mundo. La prensa escrita, la radio, la televisión, el cine e internet pueden ejercer una inmensa influencia sobre nuestra mente alterando la realidad sobre el mundo en que vivimos o creandonos conductas de comportamiento que justificamos sin tener razones propias para ello.

Recuerdo una película de Stanley Kubrick, basada en la novela de Anthony Burgess, en la que a un psicopata le obligan a ver imagenes violentas, asociadas con música clásica y una medicación que le obliga a vomitar después de comer. Esta "terapia" hace que este personaje recuerde estas situaciones cuando intenta volver a cometer actos violentos.

Los medios de comunicación, amparándose en la libertad de expresión y no desvelar sus fuentes, emiten juicios paralelos, opiniones no demostradas y detalles escabrosos de determinados delitos (recuerdo una entrevista referente a una violación en el que un teórico periodista preguntaba en un par de ocasiones sobre los detalles de como había sido la agresión)

La libertad de expresión la respeto pero cuando se convierte en libertinaje no la comparto. No comparto las formas violentas con las que teóricamente se dialoga, no comparto emitir acusaciones que no pueden ser probadas en un juzgado amparadas en la confidencialidad de las fuentes y no comparto en absoluto las opiniones sin argumentación.

Tengamos en cuenta que estas opiniones, informaciones o acusaciones emitidas nos bombardean la mente hasta poder llegar a crear corrientes de opinión públicas que fomentan lo que transmiten, intolerancia, mala educación, racismo y en algunos casos hasta violencia. Lo siento, no me sirve que la audiencia es la que manda.

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