En la vida, como en toda profesión, hay que ir dando paso a la fuerza de la juventud. Eso no quiere decir que se abandone la lucha, se pasa a segunda línea donde la lucha ya no es tan intensa y el cometido principal es mostrar los posibles caminos que pueden tomar los que vienen por detrás.
Me encanta encontrarme con jovenes con aspiraciones, ilusiones y ganas de cambiar el mundo, no les mostremos que la experiencia nos dice que es más fácil que el mundo te cambie a tí que tú a él. Los pequeños o grandes cambios sociales se han conseguido a través de esa lucha continua y la juventud tiene más fuerza y menos heridas adquiridas en esas batallas.
Personalmente me rebelo contra opiniones que escucho y leo sobre que la juventud es pasiva, no tiene ideales, ni ganas de luchar. Pero, en cualquier caso, de ser verdad estas opiniones ¿quiénes son los culpables? ¿ellos o los que a través de su educación "moldeamos" su forma de ser?.
Hace poco, conversando sobre esto con una chica joven del trabajo, me pregunto ¿y por qué no sigues luchando? mi respuesta fué que sigo en la lucha pero no en primera línea, ahora estoy en la faceta de mostrar caminos, objetivos y dar consejos que puedan tomarse o no en consideración.
¿El motivo?, cansancio acumulado en el camino y asumir que hay que ser consecuente con cada fase de tu vida: en la infancia/adolescencia nos perfilan como ser humano, en la juventud somos nosotros los que perfilamos nuestras ideas u objetivos, en la madurez ya es dificil cambiar nuestra forma de ser y en la vejez esperamos que llegue el final de nuestro camino disfrutando de cada minuto.
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